Ejercicios de amor, los que ahora hago,
y los que hacen conmigo. Sacrificios
sin duda, y de dudosos beneficios.
Hoy, mérito es amar. Ayer, halago.
Antes, cuando los cisnes sobre el lago,
amante era el mejor de los oficios.
La humanidad, delicias y delicios
pagándose con besos. No era pago.
Dichosa aquella edad, pero se acaba,
y el aquel -nunca más– de todo ello…
Se amaba, ¿de verdad?, pero se amaba.
Porque el labio era rojo y era bello,
deseaba, buscaba, y lo besaba.
¡Y amor, Dios mío, amor llamaba a aquello…!