Hoy la ciudad amaneció en mis manos
y arde de ayer su voz acuchillado
como un torrente íntimo
es una flor de sangre que gotea de su río
en lo oscuro quemado de aire y sueño
y su trampa de lodo es resumen de orilla
que recorta la sombra de mi día
y un vacío amarillo hiela el alma
curiosidad del viento de la espina
que se clava en la imagen de la sed
como un ángel de lluvia donde se exprime el verso
y sangra sueños y bosqueja difuntos
donde el instinto dobla el relincho del miedo
el tiempo poda poco a poco mi rostro
es un caballo sin fin en una labor agria
Hoy la ciudad amaneció en mis manos
y resbala en el tacto una fiebre convulsa
donde el hombre repite las consignas del humo
en la estéril palabra de las ruinas
y una luz nos dibuja en la erizada huella de la vida
en el ángel terrible de las calles.