Señor, ¡qué mansedumbre la del amor pequeño!
El amor que se queda silencioso en la espera
sabiendo que no llega ni siquiera en el sueño.
Señor, ¡qué mansedumbre la del amor pequeño!
He visto el alma humana de rodillas, y pienso
que desgarrado el sueño nada importa la espera
porque si llega un día será un instante inmenso.
Y oirán por la vez última una voz conmovida
que ni ofende a la muerte ni suplica a la vida
sino que humilde, humilde, como un amor pequeño,
pide que le devuelvan la devoción del sueño.
Señor, ¡qué mansedumbre la del amor pequeño!