Duele que el mar

Duele que el mar, sitiado por la arena
renazca en cada aurora y cada espuma
y que la ausencia de la flor asuma
en nuevas rosas su verdad mas plena.

Duele que el luto que la tarde estrena
resurja en cada sombra y cada bruma
y que, perenne, el llanto se resuma
en las resurrecciones de la pena.

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La savia que me agobia

Si por instruírme de amorosa llama
y confiar en la rosa y su armonía
me agrede la impiedad de noche y día
y el dolor me cirdunda y me reclama.

Si por amar la tierra donde se ama
y no empuñar el odio todavía
tengo a la soledad por compañía
y en mi la sed se anuncia y se proclama.

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Madrigal

Pende tu olvido sobre mi nombre oscuro
como prende la hiedra desde el muro
o la luz de la estrella en el vacío.

Así, silvestremente como el vuelo
cuelga sutil del cielo
o como maná de su fuente el río,
te llevo en mí, sin desamor ni empeño,
sin saber si eres ansia o eres sueño,
si eres amor o desencanto mío.

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Romance del dolor ilímite

La penunbra humedecida se tendió
cómo un abrazo y alumbraron los espejos
de la antesala del llanto.

Hasta las piedras el pulso
fue llevando su delgado paisaje de enredaderas
y bosquecillo aromático.

La vida le hacía gárgaras
por las grietas del costado
y a la tiniebla oprimída
por las cárceles del barro
le mandaron los planetas
su luvia de candelabros.

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Llegar a ti, entonces, es buscar

Llegar a ti, entonces, es buscar
la voz de un niño entre las multitud,
recoger el miedo interminable
que origina un viento nocturno,
iluminar el amor con una lámpara
de primitivo y de dulce aceite,
tocar con los dedos un pájaro de azúcar
que besa el cuello de las mujeres,
limitar la invasión de la nieve
que llega con sus armaduras de frío
y verte tranquilo y reposado
quemando el intacto silencio.

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Carta desde Torremolinos

Un laurel es tu mano entre mi mano
y agua unitiva el río de tu brazo,
ansias somos unidas por un lazo
tenso de resistir y cotidiano.

El roce de tus labios no fue en vano
y para comprobarlo te doy plazo:
sobre mi pecho de hombre está tu trazo
y tu aliento a mi boca está cercano.

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Combate

Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema,
un poema silbatos
un poema fusiles.
Para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones
en los muros de las escuelas.

Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza.

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El regalo

Quisiera regalarte un pedazo de mi falda,
hoy florecida como la primavera.

Un relámpago de color que detuviera tus ojos en mi talle
– brazo de mar de olas inasibles –

la ebriedad de mis pies frutales
con sus pasos sin tiempo.

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Un pedazo de tierra

Un pedazo de tierra,
es también paz y sombra y compañía.
Además de pedazo de tierra.
Es amor en la ausencia
y es la caricia grata
que da la compañera.
Además de pedazo de tierra.
Es el hijo que nace igual que las espigas
y los granos de trigo.

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La mujer vegetal

Mujer ¡eres distinta! En ti no es la aventura,
ni la pasión absurda, ni la emoción fugaz…
El árbol de la vida se prende a tu cintura
con un convencimiento de presencia frutal.

Enraizada en tus sueños juega la clorofila
y ruedan las corolas en tu voz de cristal.

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Amor de mansedumbre

Señor, ¡qué mansedumbre la del amor pequeño!
El amor que se queda silencioso en la espera
sabiendo que no llega ni siquiera en el sueño.

Señor, ¡qué mansedumbre la del amor pequeño!

He visto el alma humana de rodillas, y pienso
que desgarrado el sueño nada importa la espera
porque si llega un día será un instante inmenso.

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Canzone fellini

Ay de los hiperbóreos gatos
del ambarino Vístula,
ay, de los gatos del Shangri Lá
omniásticos y videntes.

Ay de los gatos de Karnak
guardianes e intérpretes,
sombras prudentes del ronroneo fúnebre.
Ay, de los gatos equilibristas
ahogados en el Yang Tsé
y aparecidos intactos en Nazca y Titicaca.

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Casa de Rubén

Se pueden cerrar conclusiones,
amanecer estirado o encorvado,
una de dos.
Se pude intentar un monólogo
frente a los objetos mudos.
Creer en nada.
Se puede madurar un verso
en diferentes tristezas,
madurarlo,
verlo caer como las viejas teorías.

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Cuando el rojo se detiene

En esta esquina, el peón
y en esta otra, la torre.

Salto como un caballo al centro de la pista,
me niego al juego
a costa de volverme humano
y atropellable.
Con un pase de pecho,
Evito la corneada del último auto
y siguiendo el ritmo, giro
en un torbellino de risa
que apaga y destroza pancartas.

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Del buen gusto per natura

Supongo (y esto se nota, es cierto),
que para ser feliz
hay que tener mal gusto,
cautivar al amor con lenguaje de plata
y canciones terribles
de lo eterno y sus fantasmas.
¡Imaginadlo!
Palidez en las tardes,
perfecta oscuridad en los trajes,
garbo, pues, luna de tocador,
cajita musical con la bailarina y todo.

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El hombre infeliz

Resulta fácil reconocer
a un hombre infeliz.
Su pecho gira
como un cubo
de diversas dimensiones.
Ángulos y vértices
los caminos hacia su alma
tienen el margen abismal
de los abrazos posibles.

Su casa es grande
y de fórmulas y alambres cubierta.

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El muro frontal

I

Cierta suciedad en el ambiente.
La basura desordenada
entre las vísceras del aire.
Los amigos viéndome distinto,
muy cambiado;
verme una vez por cada uno que se casa
no es para menos…
Las distancias se alargan cuanto pueden,
como la edad y el olvido.

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Ojo de celda

No hablo de calendarios
ni de cálculos suplicantes.
No hablo del sudor resbalando en el cuello,
ni del rasgo,
ni del monosílabo día.
Hablo del mismo que ve correr sus ojos
hacia el seno de las rameras;
hablo del codo opuesto
y de la claustrofóbica forma al contemplar.

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Petrus

Primera Negación

No, yo no estuve en la última cena,
pero vi los platos vacíos
y el pan enfriándose,
el triste rostro
del que esperó a sus invitados
hasta la medianoche.
No me acusen entonces
de pertenecer a ellos:
Fui uno más de los que en silencio
y con rabia contenida,
esperó verlo volar, mientras sus ángeles,
con terribles voces,
vengaban su cáliz y espinas.

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Poema que la muerte espera

Nada es para siempre,
aceptémoslo,
Lo eterno se inventa
para no vernos acabados.

Nada dura más tiempo que una vida,
sólo las aves creen que el planeta es infinito,
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que estos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre
que ha dejado de amar.

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Punto de retorno

Jamás se regresa,
volver es un jamás
que nunca cede.
Veinticuatro horas después
somos otros
creciendo inéditos,
buscándonos, de la misma forma
cuando niños nos buscábamos en sueños
y no lo podíamos explicar al despertar,
cuando el sol era blanco
y la gente comenzaba a andar
y ya no estábamos perdidos.

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Amorosa

Yo te he visto, en esa hora fugitiva
en que la tarde a desmayar empieza
doblar cual lirio enfermo la cabeza,
la cabeza adorable y pensativa.

Y entones, más que nunca, sugestiva
se ha mostrado a mis ojos tu belleza,
como en un claro – oscuro de tristeza
con palidez que encanta y que cautiva.

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Humana

Si la conozco bien: si sé que es ella
frívola y desdeñosa y casquivana;
llena de gracia y como pocas bella,
pero de alma insensible, fría y vana.

Si sé que nunca del amor la estrella
en su camino ha de brillar ufana
porque es su pecho de granito y huela
dejar no puede la presión humana.

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Toques

Si no sabía pintar: jamás su mano,
mojando en los colores la paleta,
supo trazar, con fantasía inquieta,
los contornos de cuadro soberano.

Si no tenía inspiración; si en vano
fuera pedirle la intuición secreta
que tiene en sus delirios el poeta:
porque él no era un artista: era artesano.

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CABELLO DE MUCHACHA

Tu cabello es de humo dorado,
una copa con un jugo encendido,
un caracol de ondeado vidrio,
una flor de bronce tímido.

Tu pelo existe, tiembla suavemente
cuando mi mano llega a su rocío,
cuando lo beso entusiasmado,
cuando llora como los niños.

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EL FUEGO

Frotó el indio la yesca,
el pedernal, el pino
con otro pino viejo,
la madera, las hojas
de roble, la corteza
de los ceibos caídos,
el cuerpo del animal
salvaje, el carbón
mineral endurecido.

El mundo cambió entonces
otro espejo movible
que no era el del agua,
alzó su brazo rojo
en la espesa maleza,
en el ámbito crudo
de miles de años
a la sombra, iluminados
solamente por el rayo
o por el centelleo
de los lúcidos ojos
de las fieras.

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EL NOMBRE DE LA PATRIA

Mi patria es altísima.
No puedo escribir una letra sin oír
el viento que viene de su nombre.
Su forma irregular la hace más bella
porque dan deseos de formarla, de hacerla
como a un niño a quien se enseña a hablar,
a decir palabras tiernas y verdaderas,
a quien se le muestran los peligros del mundo.

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EL ROSTRO

De tu rostro purísimo y resplandeciente
surge una luz silenciosa
que todo lo desnuda, descubre
paraísos y mares de ceniza,
oculta sombras con su bella campana
y vuela como un pájaro.
Olvidar tu rostro es ahogar el corazón,
tratar de ignorarlo es vivir
a ciegas, dando tumbos;
no es necesario volver a decir
que tu rostro nos promete un reino
en un universo inmóvil y destruido.

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ESCRITO EN PIEDRA

Yo vi, joven señora,
su bello cuerpo
entre las piedras
como una orquídea.

No había fuego entonces
al servicio del hombre,
ni dúctiles metales
mostraban al asombro
del primitivo ser
sus formas.

Ándabamos descalzos
como niños,
desnudos como peces
en el agua
y corríamos libres
como ágiles leopardos

Era el año dos mil
o cuatro mil
antes de Jesucristo.

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FORMAS DEL AMOR

«Niña invicta,
te he visto ya en las onzas españolas»
Medardo Mejía

Mis manos tocan, niña mía, tu rumorosa piel,
tu dulcísima carne que tranquilos ángeles habitan,
tu cabellera suave,
tu corazón pequeño.

Oye la campana del día
apagando el luto de la noche
mira la luz que si lenciosamente nos cubre,
mira el cielo:
ese jardín sobre tu pecho;
respira el aire quieto
que el ruiseñor anuncia con su lanza,
conduce tu desamor
a un lago sepultado
y háblame con tus labios excelsos.

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LA ESTRELLA

Sobre mi pecho abatido por los golpes
está tu estrella tibia, dolorosamente azul,
diríase un cielo toda ella.
No quiebra el agua su perfecta dulzura,
su sencillez es transparente y tiene
el uniforme brillo de la lluvia alta.
Déjame este lucero, este cuerpo celeste
sembrando sobre mi pecho lleno de golpes,
estás ya tan humilde que tu nombre
se puede decir con respeto y con pequeñas
letras de amor, dios mío.

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LOS AMANTES

Los amantes se tienden en el lecho
y suavemente van ocultando las palabras y los besos.
Están desnudos como niños desvalidos
y en sus sentidos se concentra el mundo.
No hay luz y sombra para sus ojos apagados
y la vida no tiene para ellos forma alguna.

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El amor errante

Filas de caserones de vieja arquitectura
que en el frontón ostentan el signo de la cruz.
Sobre la calle hosca pasa la noche oscura
como un fúnebre paño. Ni una voz, ni una luz.

En esta casa tuya, quizás, en las ojivas,
entre el silencio grave de la calleja sola,
tejieron un murmullo de pláticas furtivas
un linajudo hidalgo, y una dama española.

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La convalesciente

Cuerpo de monja virgen, por el ayuno laso.
Yo vi sus ojos húmedos de inmaterial ternura;
y, de la piel suntuosa que envuelve su estructura,
miré, en aquella noche, más transparente el raso.

Pálida enferma llena de su melancolía;
cuerpo con el prestigio de los marfiles viejos;
era su voz tan tenue como un rumor de lejos;
toda ella era un perfume que se desvanecía…

Cuando marchó a su estancia me dió su mano breve
y yo la vi alejarse con un andar tan leve,
que era un frú-frú de alas el eco de su planta…

Y quise -en la suprema tensión de mi cariño-
mecerla entre mis brazos, como si fuese un niño,
para que se durmiese con una canción santa.

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Verdades amargas

Yo no quiero mirar lo que he mirado
a travéz del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos…es mentira…no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

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De niño a hombre

Es fácil dejar a un niño
a merced de los pájaros.

Mirarle sin asombro
los ojos de luces indefensas.

Dejarle dando voces entre una multitud.

No entender el idioma
claro de su medialengua.

O decirle a alguien:
es suyo para siempre.

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El aire que nos queda

Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono.
Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada
en un vaso de agua.
Sobre la viejísima melancolía (tejida
y destejida largamente) hija
de las grandes traiciones hechas a nuestros padres y abuelos:
estamos solos.

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Las sales enigmáticas

Los Generales compran, interpretan y reparten
la palabra y el silencio.

Son rígidos y firmes
como las negras alturas pavorosas. Sus mansiones
ocupan
dos terceras partes de sangre y una de soledad,
y desde allí, sin hacer movimientos, gobiernan
los hilos
anudados a sensibilísimos mastines
con dentaduras de oro y humana apariencia, y combinan,
nadie lo ignora, las sales enigmáticas
de la orden superior, mientras se hinchan
sus inaudibles anillos poderosos.

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Los pobres

Los pobres son muchos
y por eso
es imposible olvidarlos.

Seguramente
ven
en los amaneceres
múltiples edificios
donde ellos
quisieran habitar con sus hijos.

Pueden
llevar en hombros
el féretro de una estrella.

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Malditos bailarines sin cabeza

Aquellos de nosotros
que siendo hijos y nietos
de honestísimos hombres de campo,
cien veces
negaron sus orígenes
antes y después
del canto de los gallos.
Aquellos de nosotros
que aprendieron de los lobos
las vueltas
sombrías
del aullido y el acecho,
y que a las crueldades adquiridas
agregaron
los refinamientos de la perversidad
extraídos
de las cavidades de los lamentos.

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