Si la aridez es la caída, la belleza está en ella.
Habita entre tinieblas un lugar escondido
y en lo profundo duerme
como el oro en la ciénaga.
Si la aridez engendra, monstruo de mil cabezas,
la herida de lo hermoso,
danzando sobre esta luz de pesadilla
las palabras se ceban de despojos.
Violetas empapadas del ayer.
Residuos. Farsa quemante.
Sé que aquí
hay un rostro, en el agua estancada,
está herido y me escucha, le toco
y desaparece.
Flotan leños podridos en la charca.