Mancebo, no pases de largo
sin gustar mi amor:
desnuda en la noche, mi carne
recobra esplendor;
más sabio y feliz que cualquiera
frágil primvera
mi otoño te entrega su ardor.
No esperes placer de las vírgenes :
ese arte sutil
lo ignoran ingenuas doncellas,
no es cosa de abril.
Viviendo su rlto constante,
al último amante
dar quiero la esencia febril.
Mi último amante ha llegado:
eres tú, doncel.
Toma, pues, mis labios -cisterna
de ansioso tropel-.
y toma también mis cabellos
que aún guardan ellos
de Safo divina la miel.
Tendrás de mis cálidas vides
el jugo mejor;
aún los más hondos recuerdos
quemaré en tu honor.
Serán tuyas mis joyas más ricas .
la flauta de Lykas
y de Nasdyka el ceñidor.
Versión de Carlos López Narváez