No tiene
sino un surco
en la espalda.
Un tajo.
Allí
donde dio cobijo a un sueño.
No tiene dolor
sino memoria
del espanto.
Un hueco
y el recuerdo de su mano
asistida de furias.
No tiene
sino un surco
en la espalda.
Un tajo.
Allí
donde dio cobijo a un sueño.
No tiene dolor
sino memoria
del espanto.
Un hueco
y el recuerdo de su mano
asistida de furias.