No tiene
sino un surco
en la espalda.
Un tajo.
Allí
donde dio cobijo a un sueño.
No tiene dolor
sino memoria
del espanto.
Un hueco
y el recuerdo de su mano
asistida de furias.
No tiene
sino un surco
en la espalda.
Un tajo.
Allí
donde dio cobijo a un sueño.
No tiene dolor
sino memoria
del espanto.
Un hueco
y el recuerdo de su mano
asistida de furias.
A Lourdes Gutiérrez
Despierta, amor,
¿qué es esa palidez?
Nunca has dormido así.
Despierta,
dormir es un incómodo letargo,
es un caparazón sin prisa
y hacia dentro
y crea hábito de lugar,
inmóvil.
Nadie escapa
a la desmesura de la rosa.
A Juan
Habladora la mar, habladora:
puso a mis píes diecisiete caracolas
y nada me dijeron.
¿A quién puedo pedir que me resuelva
la palabra instante?
Sé que hasta aquí me trajo el azar,
el color de tus ojos es regalo de dioses
que yo no conozco.
Conozco el perfil
de la distancia
agazapada en rostros íntimos
el acto de ocultarse
la delata.
Es mi ojo
el que pregunta.