Basta un guiño de pezón para que el ansia de Román Luján

BASTA UN GUIÑO de pezón para que el ansia
me traicione un devaneo cachondo en el perfume
el asomo furtivo de algún hilo dental
asfixiado entre hemisferios donde el sol
no se ponga
para lanzarme a pique
ciego de mí fortuito apenas sin conciencia
en franca expedición hacia el capullo
palpitante en las ingles de cualquiera aguardándome
el ombligo carnívoro la almohada sin grilletes
puro néctar y voces confundidas
en un mismo escabeche
es decir el jolgorio
sudor recién horneado fluyendo por la espalda
sin bolero sin rosa ni pliego de quejumbres
sin pedir el teléfono
es decir la tempestad alada y sin rencores
producto de una fiesta sin corbata ni holanes
brindemos con saliva
y si te veo mañana
—de antemano te ruego me disculpes—
juro pasar de largo