Del sol a los fulgores matutinos,
rumbo a París, atravesando a España,
paró el convoy en aldehuela extraña
que borda un río con sus chopos finos.
Llena el alba florida los caminos…
y yo le digo a aquel que me acompaña:
-«Allí, pastor o cortador de caña,
viviera mansos días cristalinos».
Mas una voz en mi interior murmura:
quiere el lago ser mar y el mar ser fuente;
nuestra vida no es más que un vano empeño
de hallar en lo inestable la ventura;
si vivieses allí, seguramente
que seguir el convoy fuera tu sueño!
Versión de Miguel Rasch-Isla