Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fué mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fé vive el sueño de su culto.
Poemas portugueses
Tu frialdad agiganta mi deseo
cierro los ojos para no mirarte
y cuando más procuro el esquivarte
más en mis ansias férvidas te veo.
Sobre la huella de tus pies rastreo
sin que logre ni lástima inspirarte
y en esta lucha de sufrir y amarte
alzaré tu desdén como un trofeo
Sé que jamás te arrullaré a mi lado,
pues un rival, cual rey afortunado,
tu juventud a conquistar se lanza
y acrece en tanto mi febril porfía
que es pequeño el amor si en algo fía:
sólo es grande el amor sin esperanza.
Tu indiferencia aumenta mi deseo;
cierro los ojos yo por olvidarte,
y cuando más procuro no mirarte
y más cierro los ojos, más te veo.
Humildemente en pos de ti rastreo,
humildemente, sin lograr cambiarte,
cuando alzas tu desdén como un baluarte
entre tu corazón y mi deseo.
Del sol a los fulgores matutinos,
rumbo a París, atravesando a España,
paró el convoy en aldehuela extraña
que borda un río con sus chopos finos.
Llena el alba florida los caminos…
y yo le digo a aquel que me acompaña:
-«Allí, pastor o cortador de caña,
viviera mansos días cristalinos».
Primera voz
Oh peregrino que estás llorando,
di, ¿por qué lloras?
vente conmigo: reirán cantando
todas las horas.
¡Vente, no tardes! Soy el Amor,
¡quiero dar alas a tus deseos!
En lindas -tazas en flor-
beberás muchos besos hibleos.
En el poniente
el esplendor del sol se diluía.
Y un caballero, en un vetusto puente,
meditaba y decía:
-«Judith, Ana y Arminda,
y Lidia, de labios sensuales,
Inés, la rubia linda,
¡todas fueron iguales!»
¡Soñadas alegrías,
ya sois cual secas rosas!
En la tumba de una doncella
Muchas tardes, detrás de mi ventana,
vi anochecer, con ánimo rendido,
en espera del novio presentido
que vi en mi sueño azul de la mañana.
Con ternura solícita de hermana
tánto esperé que conocí el olvido,
pues si acaso pasó, fue confundido
con todos en la turbia caravana.
La anciana y la doncella
hacen girar sus husos vibrátiles. La anciana,
ciñe una veste negra,
muy negra; la doncella ciñe una veste blanca.
La viejecita llora y hace girar el huso;
la niña también hace vibrar el huso, y canta.
Bajo el milagro lírico de un cielo florecido
que rielaba en tus ojos su inefable fulgor,
una noche te dije, quedamente, al oído:
-¡Cuán pequeño es el mundo cerca de nuestro amor!
Juntos permanecimos escuchando el alado
coro de ruiseñores hasta el alba gentil.
LIDIA, la dulce novia de mi infancia,
por cuyo amor de mariposa aún gimo,
me envía de naranjas un racimo
con violetas de mística fragancia.
Unas y otras nacieron en la estancia
más íntima del huerto, a cuyo arrimo,
beso entre beso y rimo tras de mimo,
nos amamos con púdica ignorancia.
Je suis celui au coeur vestu de noir?
Ch. D’Orleans
En la viudez de la alameda
por el árido suelo
pasan hojas secas danzando.
Paisaje vago como el revés de una seda…
eriales que el crepúsculo mulle de terciopelo.
Mote
Ojos heridos me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resucitéis.
Voltas
Pues me distes tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.
Mote
Irme quiero, madre,
a aquella galera,
con el marinero
a ser marinera
Voltas
Madre, si me fuere,
do quiera que yo,
no lo quiero yo,
que el Amor lo quiere.
Aquel niño fiero
hace que me muera
por un marinero
a ser marinera.
Fragmento
Canto Primero.
Argumento del Canto Primero.
Navegación de los Portugueses por los mares Orientales: celebran los dioses un consejo:
se opone Baco á la navegacion: Vénus y Marte favorecen á los navegantes: llegan á Mozambique,
cuyo gobernador intenta destruirlos: encuentro y primera función de guerra de los Portugueses
contra los gentiles: levan anclas, y pasando por Quiloa, surgen en Mombaza.
Desque una vez yo miré,
señora, vuestra beldad,
jamás por mi voluntad
los ojos de vos quité.
Pues sin vos placer no siente
mi vida, ni lo desea,
si no queréis que yo os vea,
¿Qué veré que me contente?
Vos tenés mi corazón.
Glosa
Mi corazón me han robado,
y Amor, viendo mis enojos,
me dijo: -Fuete llevado
por los más hermosos ojos
que desque vivo he mirado.
Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión.
Mi corazón me han robado;
y Amor viendo mis enojos,
me dijo: «Fuete llevado
por los más hermosos ojos
que desque vivo he mirado.
Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión».
Y si Amor tiene razón,
señora, por las señales,
vos tenéis mi corazón.
Al ver vuestra belleza, oh amor mío,
de mis ojos dulcísimo sustento,
tan elevado está mi pensamiento
que conozco ya el cielo en vuestro brío.
Y tanto de la tierra me desvío
que nada estimo en vuestro acatamiento,
y absorto al contemplar vuestro portento
enmudezco, mi bien, y desvarío.
«Enquanto quis Fortuna…»
Cuanto quiso Fortuna que tuviera
la esperanza de algún contentamiento
el regusto de un suave pensamiento
hízome que sus frutos describiera.
Mas, recelando amor que descubriera
secretos que causaran detrimento,
la mente oscureciome con tormento
para que sus engaños no dijera,
Vosotros los que Amor mantiene afectos
a su voltario giro, cuando en breve
libro viéredeis cosas tan extremas,
sabed que son verdades, no defectos;
y que tan solo si el Amor os mueve
habreis la comprensión de mis poemas.
«Tanto de meu estado…»
De cómo estoy me hallo tan incierto
que en vivo ardor temblando estoy de frío;
sin causa alternamente lloro y río;
abarco el orbe pero nada advierto.
Es todo mi sentir un desconcierto;
un fuego el alma, la mirada un río;
de pronto espero, al punto desconfío;
ora divago, de repente acierto.
«Tomou-me vossa vista…»
Donde las armas tuve más a mano
cautivo me tomó vuestra mirada:
que de buscar defensa a la emboscada
de vuestros ojos, el empeño es vano.
Para triunfo más pleno y soberano,
ver esperásteis mi razón armada;
inútil fue, pues cosa es demostrada:
contra el del Cielo no hay poder humano.
«Pede o desejo…»
El deseo a pedir viene que os vea.
No sabe lo que pide; está ofuscado.
Tanto mi amor, Señora, es afinado,
que no es dable saber lo que desea.
Cosa no hay por mínima que sea
que no quiera tener perenne estado;
al deseo no urge lo deseado,
para que nunca falle su tarea.
El vaso reluciente y cristalino,
de ángeles agua clara y olorosa,
de blanca seda ornado y fresca rosa,
ligado con cabellos de oro fino,
bien claro parecía el don divino
labrado por la mano artificiosa
de aquella blanca ninfa, graciosa
más que el rubio lucero matutino.
Se está la Primavera trasladando
a Vos, Señora, deleitosa, honesta,
y en vuestro porte a destellar se apresta,
nardos, lirios y rosas dibujando.
Así, vuestra prestancia matizando,
Natura cuanto puede manifiesta;
y el monte, el río, el prado, la floresta,
de Vos, Señora, estanse enamorando.
«Mais servira, se náo fóra
para tam largo amor tam curta a vida!»
Siete años de pastor Jacob servía
al padre de Raquel, serrana bella;
no pensaba en Labán, pensaba en ella,
ella era el premio que su afán quería.
«Mudan-se os tempas…»
Mudan los tiempos y las voluntades;
se muda el ser, se muda la confianza;
el mundo se compone de mudanza
tomando siempre nuevas calidades.
De continuo miramos novedades
diferentes en todo a la esperanza;
del mal queda la pena en la membranza;
y del bien, si hubo alguno, las saudades.
Transfórmase el que ama en cosa amada
por obra y gracia de alta fantasía;
después el corazón ya nada ansía,
pues lleva en sí la parte deseada.
Si en ella está mi alma transformada,
también sosiega el cuerpo su porfía;
sólo en sí mismo descansar podría,
pues que a su vida el alma está ligada.
Desde que en lechos de zafir reposas,
y que por sendas de cristal caminas
derramando tus urnas cristalinas
en favor de las playas arenosas,
y desde que con fuerzas caudalosas
a conquistar el mar te determinas,
bañando tus corrientes peregrinas
de Ulisipio las márgenes famosas;
mientras, depuesta la arrogancia, hiciste
espejo sosegado el agua pura,
que a tantas hermosuras ofreciste,
en cuantas viste, oh Tajo, por ventura
en tantos años de camino, ¿viste
igual a la de Silvia otra hermosura?
Al clavel de tu boca, o Clori hermosa,
corre precipitada
el alma de tu boca enamorada;
llega, abrásase, y luego
lo que piensa el clavel, conoce el fuego,
y en tanto bien dudosa,
abeja vuela, y muere mariposa.
Bien parece tu voz sonora y pura,
por bocas de claveles despedida,
corriente, que del Cielo procedida,
se desata en armónica dulzura.
Ondas de voz y rayos de hermosura,
dulcísimos peligros de la vida,
dos glorias son, adonde dividida
la noticia del Cielo se asegura.