Nos está decretado separarnos.
Tal vez sea mañana…
He vivido a tu lado muchos días
sin ser lo que deseabas.
Has cogido en tus manos, suavemente,
mi tibia mano huraña;
has tejido en tu pecho nido quieto
donde caben mis alas.
Para librar mi ruta de peligros
fuiste apartando zarzas;
con tu filo de luz abriste puertas
en mi noche cerrada.
Me has mirado de frente, con serena
pupila de confianza;
me has dicho la palabra de ternura
sencilla y cotidiana.
Me regalaste la fragancia leve
de flor inmaculada
y esa leve fragancia del ensueño
casi no era fragancia…
Nos está decretado separarnos…
Ya la pena lejana
en recónditas voces de amargura
anuncia su llegada.
Sin embargo… sospecho que me escondes
la retorcida llama
que se yergue obstinada en tu silencio
y que valiente apagas.
Sé que en tus labios duerme el beso largo
que vence y arrebata;
en tu cuerpo de arcángel está preso
el dragón de las ansias.
Y en mi sangre, también, late el impulso
que hay en las viejas razas.
¡Madura estoy como la fruta dulce
que se inclina en la rama!
Pero la dicha inmensa de querernos
nos ha sido vedada.
Después vendría la infinita angustia
que colma y no se acaba.
Nos está decretado separarnos.
La vida nos reclama
el valor del adiós… ¡Están más juntas
las almas solitarias!
Escogeré, por eso, rumbos nuevos
que el horizonte alcanzan;
me llevaré el dolor de haberte hallado
y de darte la espalda.
Otras te ofrecerán, pleno y cumplido,
el goce que soñabas;
en frágiles espejos de quimera
me has de ver reflejada.
Tu anhelo ha de buscarme en toda forma
y yo seré fantasma;
me has de sentir, como inquietud perenne,
clavada en tu esperanza.
Cuando creas que me hundo en el olvido
estaré más cercana:
amor que por Amor deja el deleite
es eterno en el alma.
Nos está decretado separarnos
y mi adiós se adelanta…
¡Fulge en mi corazón tu nombre claro
en un prisma de lágrimas!