Soy hija del rey, Señora,
a coger la flor del agua.
(Del Romancero tradicional)
En la lluvia de junio
cómo me eres extraña.
Cómo llenas el mundo
con tu voz inaudible.
Cómo tiendes las manos
en la bruma anegada,
grial de tibia penumbra,
cauce de húmeda luz.
Déjalo, no se enturbie
con el limo del tiempo
que revuelve la culpa
como un novillo herido.
Mudo fragor del beso.
De repente, qué tarde:
de agrio remordimiento
me ha llenado la edad.
Reverdecen en vano
estos chopos. Tú sabes
de un dolor de raíces
que devorando va.