Nos volvemos ciegos
el día que no nace para nosotros
y en la oscuridad de ese incierto amanecer
la sed y el agua serán
la misma cosa.
Habrán de saberse por un igual
la pasión y la agonía,
la huella y el pie que traza rutas en cada paso,
se perderán también
tu blusa y mis manos, mi boca y tu risa.
Amaneceremos en a memoria de un nombre
sin nosotros.
Añadiremos nuestros cuerpos
a lo ya perdido.