Donde pose los ojos o la frente,
ciudad mía del aire temperado,
allí te encuentro y yendo desolado
me vuelvo jubiloso de repente.
Hecha de tu materia transparente,
la niebla de la infancia ha regresado
y embellecido todo: el río, el prado,
tus colinas que pasan verdemente.
Aparta de mi lado toda nube
y déjame en tus piedras que te erigen
detener otra vez rumbo y miradas.
Pues quiero ver cómo desanda y sube
hacia el primer asombro, hacia el origen,
mi sombra por tus calles empinadas.