Muela los huesos
hasta lograr
la buena harina,
use la levadura
de su rabia,
amase
sobre madera de amigos,
con abrazo amase
hasta el cansancio,
después haga fuego
con ramitas de ‘ganamos’
y en el horno del corazón
que presten sus hermanos
cocine esa esperanza
a repartir.