Con la mente, a lo menos, reclinada
Mirame en un peñasco duro y frIo:
MIrame suelto el pelo y empapada
En el Ilanto gue vierto, que ya es tanto
Que la ropa con él siento pesada.
Cual mies que el viento agita, en medio al ilanto,
Tiembla mi cuerpo, y aun la letra afea
Mi tembloroso pulso en tal quebranto.
Y ya que el bien en ti tan mal se emplea,
No exijo premio del que pude hacerte;
Supon que el bien que te hice un bien no sea.
cMas por qué castigarme de esta suerte?
Si causa no fuI yo de tu ventura
Por qué habrás td de serlo demi muerte?
A ti, inundada en lianto y amargura,
Carisadas ya de herir mi triste pecho,
Las manos tiendo en tanta desventura:
Por este pelo en mi dolor deshecho,
Por estas tristes lágrimas que ahora
Me arrancan los agravios que me has hecho;
Ruégote que te vuelvas sin demora,
Vuelve tu nave y y en; y si conmigo
Aaba antes la muerte destructora,
Mia yertos huesos llevarás contigo.