Con muslos de damas toledanas
están abullonadas mis almohadas
Mi sombrero de oro
lo luce el Arcángel del Dragón
Mientras llueve anís
la música y sus tribus
avanzan a ínsulas de ónice
Parecemos cortejos del Véspero
un robledal que flota
en la exhalación de las
caléndulas
Cielos hacen una espiral
sólo perceptible
desde un útero
parecido al vacío
siempre girando
en el dédalo de su preñez
La difuminación
de las Auroras
es el teatro de las muchachas
saltarinas en las esteras del Relámpago
Todo se verá dorado
cuando la membrana negra ocupe su trono de luz