Confidencial de Luis Izquierdo

Ahora que ya se está muriendo poco
quedan tan pocas cosas por hacer
que no le importan lentitud demoras
no le importan.
Ya no le importan,
por acabar de hacer
como por no,
tan pocas cosas.
Y es que además se está -dicen-
muriendo poco a poco
porque leyó de Byron una cita
que presidía los poemas póstumos
de Jaime Gil de Biedma.
Desde luego se muere poco a poco
y no le importa saber tan pocas cosas
tener tan pocas cosas por hacer
y haber hecho tan pocas.
Sólo una vena de tinta detenida
sobre el sudario vegetal
alivia el paraíso amenazado
de agenda y pasaporte, documentos
de la apariencia imprescindible o circulante.

Quien nada sabe procede paulatino
y aun pertinaz ingenuo en la tarea
de ir más allá de obstáculos o plácemes.
Se va apocando poco a poco -dicen-
junto a la valla protectora de los niños,
de los años.

Más allá del caudal
del estertor o la cadencia brusca de los versos
convendría algún alto en el camino
y la confianza abrupta al fin
de una iracundia sosegada en el silencio
que inquiriera,
si de verdad se está muriendo poco a poco,
de qué fulmínea extraña enfermedad
se están muriendo sin cesar ustedes.