Cuando dijiste ¡basta! era diciembre
y sólo tú templabas el vacío.
Pensé que nada estaba,
que se perdió contigo la llave de la vida.
Después miré a la calle
y era la misma puerta para todos:
la vida no existía.
Desde el mismo cerrojo
la herrumbre del expolio nos miraba.