Aquí la luz se abre, se extiende al interior,
penetra por las bóvedas y alcanza,
como una tromba dulce, los árboles del patio.
Aquí la lluvia nace, aumenta y se desploma.
Se inclina en las barandas, recorre las paredes,
los arcos rebajados, las columnas de arista.
Aquí crece la vida, florece el árbol mágico.
Mariposas de cartón anidan en el arco,
azul y transparente, del viejo lucernario.
Revolotean el sueño de los hombres que habitan
detrás de cada puerta.
Se posan en sus libros de cuentas infinitas,
y se mueren -de cristal- detrás de los montantes
que dan al paraíso.