1. Amor, y tú lo sabes, es venero
de profundas y dulces quemaduras,
y también tiene espinas tan seguras
que matan con el roce más ligero.
Amor hace lo eterno pasajero
y nos convierte en lámparas oscuras.
Nos hace contemplar dichas futuras
y nos regresa al polvo volandero.
amor fue tu canción y tu batalla
por vencer a la muerte y su letargo
y al labio que su red rendida calla.
Se endulzó tu canción, amor tan largo,
que ahora brota tu dulce amor amargo
como una inmensa flor que me avasalla.
* * *
2. Cuando supere esta distancia ardida,
esta larga y doliente quemadura,
este golpe de hiel, esta tortura
de tu rosa en espina convertida;
cuando logre vencer la acometida
de la distancia que el dolor procura;
cuando imponga la luz a la locura
y logre revivir mi fe perdida;
entonces volveré a habitar el cielo
de tu abrazo deseado y presentido
en las espinas crueles del anhelo.
Volveré a la tibieza de ese nido
y en mi canto de renovado vuelo,
voy a gritarte amor hasta el olvido.
* * *
3. De repente la rosa se hizo llanto,
y el abrazo se convirtió en ausencia,
y el celo se cambió en indiferencia,
y el gozo más deseado fue quebranto.
Como una nube, se borró el encanto
que fascinó la luz de la conciencia
y obnubiló la flor de la experiencia
con su perfume que apreciara tanto.
¿Por qué no fue el engaño duradero?
¿Por qué sólo en la llama del sentido
se dibujó la llama porque muero?
No quiero que la arena del olvido
me haga pensar de todo lo que quiero:
-¿Y si sólo fue un sueño lo vivido?