Bajo los playeros las mismas rocas,
cubiertas de pétalos y ramas;
desde ellas asciendes y me alcanzas,
oscura hiedra de las tardes perdidas.
Debajo corre el agua.
Seguiré adelante
con el jersey atado a la cintura
como entonces,
saltaré de piedra en piedra
sobre el frío secreto de los musgos.
Tal vez resbale.