Desenfrenados, airosos,
surgen en el alma los deseos
que el cuerpo por las noches calma.
Claman piedad.
Gritan «ya basta».
Un «nomeolvides»,
un «parasiempre»
surgen del alma de los amantes.
Desenfrenados, airosos,
saltan desde su piel los anhelos
que el alma por la mañana
calma.
Ellos,
siempre tan desenfadados,
los amantes,
abriendo el desparpajo de la vida
fundiendo su condición,
no renegando de ella.