El con su sonrisa agrietada
extendió sus ojos
y pidió una limosna
En silencio se marchó con el frío
de la tarde
llevando la neblina
como abrigo perpetuo
y llevando como sombra
las luces de la calle.
El con su sonrisa agrietada
extendió sus ojos
y pidió una limosna
En silencio se marchó con el frío
de la tarde
llevando la neblina
como abrigo perpetuo
y llevando como sombra
las luces de la calle.