La tarde es azul
como su rostro.
El día se despinta sin pompa
de las paredes
y la fiebre de sol
hace crujir los huesos
de los edificios
el único abrigo (sus abrigos)
son el ruido
y la esperanza de no despertar.
Poemas de Susana Reyes
El con su sonrisa agrietada
extendió sus ojos
y pidió una limosna
En silencio se marchó con el frío
de la tarde
llevando la neblina
como abrigo perpetuo
y llevando como sombra
las luces de la calle.
La humedad corre sin aviso.
En la ciudad caracolean desnudos
se enroscan buscando calor en el asfalto
el centro blanco de la noche
sólo puede regalarles luz
¡Si tan solo fuera queso!
Si tan solo se llevara el hambre…
Ellos son dragones de bulevares
frente a caballeros
en resplandecientes armaduras rodantes
Ellos con las manos extendidas.
Ellos gritan y pasan
libando el níquel
como mariposas negras entre el tráfico
Otros llevan noticias
con la primera plana en sus caritas
con la tristeza y la alegría
que son una y la misma
de sonrisas agrietadas
y llantos de llovizna.
Algún día habrá un nuevo lugar
donde pasar el invierno
ahí se reirán las ventanas
de las gotas impertinentes,
rabiosas niñas
alejadas de vitrinas.
Por hoy te veo andar las mismas calles
como dragón ambulante,
malabarista del tráfico
vigía de la noche…
En el hueco de tus manos
pongo tu nombre
y lo bebo a sorbos,
tus minerales
se licuan con mis soles
y en la memoria
la leyenda de tu cuerpo
se vuelve mariposa,
limpio las soledades
a tus pasos,
entonces te acuno entre mis ojos
entonces te limpias el sudor
y recoges mis mañanas.
I
Su hermano se subió a una cisterna
que lo llevó al ‘paraíso’
sus hijos decidieron navegar
en botes de vidrio
y las hermanas prefieren
pasar sin dormir los días.
Él no sabe cómo describirse
no sabe si es útil,
donante
negante.
Hagamos un poema,
con tu piel
y mis labios
con la brisa de noviembre
y los aguaceros de junio.
Pintemos de pájaros
y madrugadas
nuestras espaldas sudorosas.
Amamantemos nuestra sed
con el crepúsculo
tímido y solitario
que se corona de lunas
desparramadas
en las gotas
de los inviernos.
I
Ella sólo quiso
otorgarle a la vida
el estremecimiento de sus entrañas
liberar de los hombros
los cabellos marchitos
internarse en el cotidiano ardor
de las hojas en el agua.
II
Se liber?de las culpas
desnuda y feliz
regal?su risa
al naranjo de la tarde
no le interes?más
que tenderse sobre las aceras
y respirar la libertad
con sus pupilas.
Tengo dos meses de poemas
esperándote en la mesa,
un chorro de sueños pendientes en mi almohada
la soledad más grande
que pudo sentir la casa sin vos.
Tengo también
las últimas noticias,
el reloj con la hora afilada,
la cama que se encorva
para evocarme tu silueta,
la geografía de mi cuerpo,
tu muelle favorito
para encallar tu barco.
Podré por fin escapar del silencio
si acaso me permites merodear
los huecos en el espejismo.
Mi mano y mi voz están cansadas
de dibujar en vano los espacios
de saltar suicida las barandas
que me llevan más allá de tus ojos.
Por qué no jugamos de nuevo
a los gatos enamorados,
aquellos que cruzan tu calle
en las noches de luna
y se pierden en los inviernos
de los tejados solitarios.
Por qué no jugamos
a recorrernos los accidentes
con los ojos abiertos
y con la luna llena
alborotándonos la soledad
Tengo un sueño dormido
en la espalda
una ilusión
que bate alas
en mi vientre.
Tengo siete letras
tatuadas en mis manos
para escribirle
a un papel en blanco
tu sonrisa
y un balcón en mi calendario
para dejar entrar tus golondrinas.
Yo te descubro
-hombre-
en cada verso
y he aprendido
a descifrar
tus pasos.
Ellos son las esfinges
yo, Edipo.