Explícame por qué dices «Mis rosas»,
y «mi piano», y por qué frecuentemente
«Tus libros» y «tu perro», indiferente;
y di, por qué con aire placentero
me dices: «Unas cosas
voy ahora a comprar con mi dinero».
Lo mío es siempre tuyo, eso es sabido.
¿Por qué dices palabras que entre los dos han sido
y serán siempre odiosas?
«Mío y tuyo»… ¡Qué extrañas tonterías!
Si me amaras, «los libros» tú dirías,
y «el perro», y «nuestras rosas».
Versión de Ismael Enrique Arciniegas