No quiero verlos, oye. Llévate esos clisés
que copian, según dices, nuestra vida y su historia.
Mis recuerdos más bellos están en mi memoria.
como evocarlos quieres, tanto tiempo después,
habrás de evaporarlos… llévate esos clisés,
donde todo se achica, se esfuma, y el pasado
si surge, es despojado
de su color y música, de su encanto y su aroma,
mientras que impertinente detalle vida toma
con visible importancia de relieve cruel.
Mi memoria es más fiel
aunque a veces olvida. Tal vez ha confundido
las líneas, o un contorno no está bien definido;
pero siempre el recuerdo, que a veces trae llanto,
le ha dado a mi memoria como imborrable encanto;
conserva mis placeres, cuanto ha sido mi anhelo,
y al menor llamamiento, con toda su dulzura,
ante los ojos míos los tiende, con la altura
de su radiante cielo.
Y las horas felices que revivir ansío
me las da, si lo quiero, pues todo lo ha guardado:
el acre olor del bosque, de aquel bosque sombrío
de pinos en la playa, que nos dejó embriagado
el corazón; el viento que se llevó en la duna
nuestros besos, al claro de la naciente luna;
la aldeita, el estrecho recodo del camino
en donde disputamos al fulgor vespertino;
nuestro largo regreso;
y cómo yo con modos fingidos o reales
te regañaba, el tiempo que empleaste ex-profeso
comprando bagatelas y tarjetas postales;
después perdón y llanto, la entrada en la capilla
con aroma de incienso; nuestra casa sencilla;
en tardes de verano, bajo cielo violeta,
nuestros largos paseos en veloz bicicleta;
nuestros cantos y gritos, nuestras horas sombrías;
y por el campo, aquellas alegres correrías…
Todo eso es mi memoria, con imborrable acopio
de recuerdos, me vuelve, recuerdos de otros días…
¿No piensas que ella vale más que tu estereoscopio?
¿No piensas que lo tuyo semeja cosa trunca,
esos blancos y negros, conjunto deslustrado
de ataúdes en donde vivo quedó el pasado,
y de donde a la vida no ha de salir ya nunca?
Habrás de mostrar esos sarcófagos sombríos
en donde nuestros días se encuentran prisioneros,
y dirán tus amigos con rostros placenteros:
«¡Qué grande vuestra playa, qué campos y qué ríos,
y qué árboles teníais! ¿Solos en esta aldea
vivísteis?» Para luego reír a costa mía
de mi torpe apostura. ¡Que eso tu encanto sea!
Tú, diviértete, y hazlos que vivan nuestro viaje;
mas todos esos sitios y muros y paisaje
que tan feliz me hicieron y que guardo en la mente,
cuadros en donde surges con aire diferente,
siempre aire placentero,
guárdalos sin mostrármelos, porque verlos no quiero.
De otras bellas imágenes mi mente está repleta,
y me interesan más…
Tus clisés no me importan. El recuerdo es poeta,
pero ¡por Dios! no lo hagas historiador jamás.
Versión de Ismael Enrique Arciniegas