Duérmete ahora, sentimiento mío.
Déjame en esta paz que me regalan
la silenciosa habitación, las suaves
luces, las tenues llamas.
Ya sé que ayer fue dura la congoja
y no sé cómo el corazón mañana
soportará romper con estos lazos,
con estas quietas brasas.
Pero no me perturbes esta noche
en que mi terca sangre se acompasa
al fluir de otras vidas más serenas,
al soplo de otra gracia.
Y tú, indiscreto pensamiento mío
pájaro equivocado de sus alas,
duerme también y deja que la noche
me abrigue, limpia, el alma.