Para hablar no te quiero. Tengo amigos
para tratar de cosas que me inquietan
y ahondar en las ideas que me importan.
Y no nos condiciona nunca el sexo.
Nos lo pasamos bien. Y «Adiós». Y «Hasta otra».
Contigo es diferente. Lo que cuentas
no me interesa nada en absoluto.
Y he de escuchar, no obstante, atentamente
y ocultar mi fastidio a tus palabras.
Porque sino te niegas a mi amor.
Y cuando a mí se ciñe tu figura
grácil y delicada voy perdido.
Pues al sentir tu cuerpo a mí abrazado
nada tiene interés que tú no seas.
Y yo ya no soy mío, sino tuyo.
Y así debo evitar en nuestra charla
lo trascendente; reír tus tontas gracias,
acusarme de estar equivocado…
Entonces sí que accedes a mi amor.
De no mediar el sexo y ser tan bella
te hallara aborrecible y despreciable.
O serías perfecta si no hablaras.