Hondo desasosiego
en mi quimera es tu querer. El mundo
en tu piel es de fuego
y en tus ojos, profundo
por tí he sido y seré meditabundo.
Silencioso buscaba
tus pasos en el polvo, el agua, el viento;
y en el sueño te hallaba,
solamente. Sediento
perseguí la estela de tu aliento.
Amandote sedienta
en su tristeza en flor la llama viva
crecía turbulenta;
mi frente pensativa
te sentía en el tiempo, fugitiva.
Eres volcán, tu lava
en llamaradas trémulas me hería;
y mi ansiedad esclava
de la melancolía
en su amargura dilatada ardía.
Soñaba tu cintura,
su delgadez de orquídea perfumante,
la dulce linea pura
de tu cuerpo albeante
y tu mirada limpia, penetrante.
En mis sueños veía
tu silueta lejana inenarrable;
el mar reverdecía
tus ojos de inefable
dulcedumbre. Eras flor inabordable.
Desesperadamente
llegué a tu sombra, para mi lejana,
mi corazón ardiente
que manantiales mana
te lo abrí, y fue una aurora mi mañana.
Hoy mi boca, desnuda
deja sobre tu piel su dulce llama.
Jubilosa se escuda
en tu amor, y se derrama
alucinada el ansia que la inflama.
Hoy que vivo escuchando
el mundo en tu desnuda cabellera,
que vivo palpando
como una enredadera
bajo el milagro de tu primavera.
No quiero que al instante,
ni el mañana te aleje de mi sombra.
Serás la eterna amante
que a mi quimera asombra
y que temblante mi palabra nombra.
Y otros vendran, sus besos
sepultarán los míos, el olvido
atroz sobre mis huesos,
apagaran el latido
del corazón que se quedó dormido…