El cuervo de Alberto Blanco

Sé que es diciembre en alguna parte
y que saltan los astros
en las copas blandas
de los abetos recién nevados.

Sé que hay una especie de cuervo
que llega a encender su propia mecha
y extiende lentas alas de humo
a lo largo del cielo.

Una tenue luz -mientras tanto-
atraviesa las cortinas
y dora el lomo cansado de mis libros.

Se alcanzan a distinguir entre las letras
los cristales de un invernadero.

El corazón calienta este paisaje
que se escucha entre ráfagas de viento…
el clima frío y cerezas encendidas
en la mirada atenta del cuervo.

Fluye la música de las alturas
entre los copos de nieve.

El día y la noche
en la quietud sin tiempo
colman esta aspiración inmensa
de ser el sol y la luna en un mismo pecho.