La clase media
se para en la esquina
con sus pancartas
fetiches
y pudores.
Propongo que le subamos el voltaje
a los ojos de los cuervos
-cada uno queme su efigie
en el altar familiar
del día lunes-.
La clase media
tiene blancos los ojos
y sólo mira
desde el ojo de la llave
-sus trapos limpios,
lavados en casa,
y sus zapatos brillantes
son sus melancólicas señales.
No veo que se escape
de tan amaestrada
-para ella inventaron
los perritos pequineses,
la inflación
y la paternidad responsable.