Alguien está a la puerta de mi casa.
Me he levantado en medio de la noche
y le espío a través de los visillos.
Alguien llama al portal, llama a mi casa,
y yo escucho sus golpes sin abrirle.
Hay alguien en la calle que se oculta
en la noche sin luna y que me llama,
alguien que no conozco, alguien extraño.
¿Por qué entonces me inquieta su presencia?
¿Cómo sabré que es a mí a quien llama
si no es por mi temor, por esta angustia
irreal como un sueño, inexplicable?
Sí, quizás es un sueño y nadie llama,
o es un sueño y yo mismo soy quien llamo
a una puerta que nadie ha de abrir nunca,
pues la cierra el temor y él es la llave.
Miro afuera y no puedo ver su rostro.
Miro hacia arriba y veo los visillos
y una sombra tras ellos que se oculta.
Solamente una sombra.