El pan servido. ¿Y para quién adorno
la mesa dulce en el convite huraño?
Porfía de aguardar, año tras año,
el pan servido y la ceniza en torno.
Quemaronse las brasas en el horno
y el huésped sin venir: huésped extraño
presente y sin presencia. Como antaño
mi mesa está esperando su retorno.
Acaso, sin saberlo, en el postigo
arde la vela que encendí. Quién sabe
si el pan que no comí coma conmigo
en esta noche. Y su silencio grave
sea el convite que esperando sigo
en esta noche. Y el portón con llave…