El miedo sobreviene en oleada
inmóvil. De repente, aquí,
se insinúa:
las construcciones conocidas, las posibles
consecuencias previstas (que no excluyen
lo peor),
todo el lento dominio de la inteligencia
y sus alternativas decisiones, todo
se ofusca en un instante.
Y sólo queda la raíz,
algo como una antena dolorosa
caída no se sabe, palpitante.