Sí, los pasos que impacientes suenan
en otra habitación, cerca, muy cerca, ,
( calla un instante,
escucha,
escucha bien)
son los pasos de mi amor más cierto.
Desde muy niño
rondó a mi alrededor, perrillo triste.
Antes de tú llegar ya estaba ella,
antes de tú nacer me sonreía,
segura del final, consoladora.
¿Temes acaso que celosa llegue
a perturbar este rincón feliz,
a manchar con sus labios
los tuyos tan recientes,
a acariciar un sexo que se esconde
con dedos fríos y amarillos?
Sólo me quiere a mí, no te preocupes.
Yo sólo a ella la he querido,
aunque quiera quererte sólo a ti.
Si apoyo la cabeza
en tu hermosa llanura soleada,
es a ella a quien escucho,
no a tu corazón, que late sólo
(repítelo otra vez), sólo por mí.
Dentro de treinta años,
cuando tengas mi edad,
sabrás aquello que ahora ignoras
(mejor que no lo sepas nunca).
Vuelve ahora a gemir,
a sonreír, a ser amanecer y ser
acaso,
azar afortunado,
manzana en el edén,
arena inmensa, diminuto
mar, siempre recién nacido.
El amor era ella,
la que espera impaciente,
pero tú eres la vida.
Malgasta conmigo tan divino tesoro,
recobra el varonil vigor perdido.