Esto de no ser más que tiempo espanta.
La solución bajo el costado izquierdo:
un fiel reloj al que jamás me acuerdo
de darle cuerda y, sin embargo, canta.
Canta con un martillo en la garganta,
mas sé que estoy perdido si lo pierdo.
A martillazos vive su recuerdo.
Sin embargo, ni atrasa ni adelanta.
A veces se le olvida hacer ruido.
A veces hace por salir del nido
y si no lo consigue, humano, llora.
A veces suena a Dios. De todos modos
es un reloj y un día, como todos,
se quedará parado en cualquier hora.