El segador mete la hoja
de su guadaña entre la hierba
y todo cae ante su filo
con un rumor suave de seda.
El segador es un vaivén,
el sol lo baña, el sol lo llena.
El segador se yergue airoso,
de la colodra extrae la piedra.
Áspero ruido cunde el prado
y de uno en otro árbol resuena.
Así es la vida, así es la muerte,
pétalo dulce, cuña férrea.
El segador ciñe una faja,
la hierba sube entre sus piernas.
El segador, sin advertirlo,
se va enterrando mientras siega.