Sin libros, sin afán de ciencia rancia,
tiene el tonto la ciencia de la vida;
corre en pos de fortuna apetecida,
y premia la fortuna su constancia.
Lleno el sabio de in folios y arrogancia,
buscando la verdad todo lo olvida;
errores mil en su cabeza anida,
y muere maldiciendo su ignorancia.
Yo que una bruja singular afronto,
porque, al común sentido haciendo agravio,
a veces al Parnaso me remonto,
aseguro a los tontos sin resabio,
que el oficio más sabio es el de tonto
y el oficio más tonto es el de sabio.