Bellas, airosas, pálidas, altivas
como tú misma otras mujeres veo;
son reinas victoriosas; su trofeo
es una multitud de almas cautivas.
Su blancura de mármol, sus flexivas
formas, sus ojos, flechan el deseo…
Yo, indiferente y sin afán las veo
bellas, airosas, cálidas, altivas.
¿Por qué? Porque les falta a todas ellas,
aún a las más puras y más bellas,
un detalle sutil, un casi nada:
No brilla entre la gracia turbadora
de sus encantos, el que te decora :
el vago encanto de mujer amada.