El vecino Domingo de José Antonio Cedrón

El vecino Domingo ha desollado un cerdo
adentro de su cuarto.
La sangre salpicó el marco de la puerta.
Unas gotas quedaron suspendidas en el mosquitero
hasta que se secaron con el viento.
Comimos sobre el piso quebrado por la higuera
después
las mujeres lavaron en voz baja
y los hombres durmieron vestidos a la sombra.
La escoba silenciosa le disputa el rumor
a los canarios. Debe ser Carmencita
pensando en otras cosas.