Después de tantos años
en feliz unión conyugal
con el mismo corazón
ayer y por primera vez
me escribió una larga carta
de amor en un papel angosto
parecido al registro de la compra
del mes en el supermercado
agradeciame en su particular
idioma de líneas ondulantes
la vida plena que había disfrutado
muy adentro de mi diseño interior
afirmaba sostenidamente su fortaleza
y que las emociones intensas que yo
le había procurado a través del tiempo
compartido le habían inyectado
sangre de optima calidad
no tuvo una sola queja de mi
si no de todos los pellizcos
recibidos de aquellos que sin decir
adiós se fueron de este mundo
de los que le dieron la espalda
a nuestra época gris
de la pobreza del mundo dijo tener
honda y supurante cicatriz
se despidió con una suplica: sigue amando
y exígele a aquel que tu conoces
que no me deje morir asfixiado
en el humo de su indolente Habano.