Es tan terrible decir que te he olvidado
que digo que tengo algodón en la memoria,
para que creas al menos que tu recuerdo me es grato.
Pero nada hay que me lleve a evocarte,
ni el dolor, ni la dicha,
nada.
Poemas de Elena Soto García
La barba del patriarca se extiende hasta donde llegan tus cabellos,
no la ves,
porque es invisible a los ojos de las hembras,
ni las perras, ni las zorras ni tú mujer la veis.
La barba de patriarca da más sombra a tu sombra,
pero no te cobija en los días ardientes del verano,
y en la estación fría no deja que la luz derrita la escarcha de la noche.
‘Dichoso aqué para el que la alborada
anuncia sólo el día enamorado.
Dichoso el que del ave en la pradera
espera todo menos la elegía’
Emily Dickinson
Pedí al sueño que no se apiadara de mí con la vigilia
dormir
dormir profunda y serenamente
y poderme despertar al otro lado
arrullado por mi madre o las tinieblas.
La niña de tu ojo derecho ha perdido la infancia,
y todas las imágenes que ha visto se sumergen en llanuras abisales,
el océano reclama a la niña de tu ojo derecho,
y la hunde en su seno,
diligente le quita las sandalias,
quiere el agua que las huellas dejadas en la arena sean leves,
que se borre de la tierra cualquier reflejo que hable de su paso.
He recogido el polvo de tus pasos,
y lo he puesto en un cesto de mimbre sobre el agua,
lo he esparcido en el viento,
lo he arojado en la hoguera,
para que mis pasos y tus pasos se encuentren tras la lluvia,
y llames a mi puerta,
y busques el fuego de mi casa
cuando azote tu rostro el crudo viento del norte.
Amor, sé que me adentro,
y que nunca debiste quitarte las aristas.
Curvaste el alma,
te hiciste bahía,
ofrendaste la arena de tus playas.
Y el mar es cruel,
disuelve lo que toca,
golpea, brama,
devolviendo a la tierra lo que no le pertenece,
pero también es profundo y se adentra,
fundiendo a quien como tú no opone resistencia.
Naciste en el mes de las lluvias
en el mes en el que nacen las encantadoras de gusanos de seda
por eso hablas en secreto con la flor de los manzanos y tejes
mientras unes la savia del salmón y los rosales.