Cuando la patria en mísero quebranto
Su esclavitud lloraba sin sosiego,
Acudiéron, ardiendo en patrio fuego
Mil y mil héroes a enjugar su llanto.
De libertad el árbol sacrosanto
Plantáron firmes y le dieron luego
El más costoso, pero fértil riego
Con la sangre vertida de héroe tanto.
Creció la planta, y ya robustecida,
Extendiendo sus ramas inmortales,
A la felicidad, grata corivida.
Y a quien debemos sacrificios tales,
Que en su heróico morir nos diéron vida,
¿No honraremos con tiernos funerales?