Triste como Jesús allá en el huerto,
impaciente cual virgen casadera,
y brujo como indígena hechicera,
hago papel de sordo en el concierto.
Con la esperanza que alimenta un muerto,
y desnudo como una calavera,
ya rujo con rugidos de pantera,
porque estoy como Job en el desierto.
En vano, en vano agoto mi discurso:
veo en mis ingleses pronunciadas tropas,
y sufriendo de penas vil concurso,
soy un naipe sin oros y sin copas…
sólo me queda el último recurso
y tras ese recurso… las dos sopas.