En tus ojos el Elba, todavía de Otto Rene Castillo

Todo el día
ha agitado
el viento
tus cabellos,
vida mía.

Yo, mientras tanto,
veo cómo el Elba
fluye largamente
en tus pupilas.
Gris es el agua
del río,
y él baña
este día
la ribera callada
de tu vida y la mía,
fundando el recuerdo
de una tarde
que habrá de llegar
mucho después.
Gris es, sin duda,
el curso
anchuroso del Elba,
pero en tus ojos,
amor mío,
el río es azul,
azul,
azul ternura.

En lo alto,
las gaviotas
son la libertad.
Desde tu rostro
las miro
girar y volver,
ascender y descender,
y, a veces, se quedan
en un sitio cualquiera
oyendo un largo monólogo
que clama por el mar.

Yo las sigo
viendo
en el fondo
de tus gestos,
por costumbre,
muchos meses después.

El viento
no te deja en paz
los cabellos,
vida mía.

Tú, mientras tanto,
ignoras
lo mucho
que te amo
este día
junto al Elba.
Es tal vez
la última jornada
que estemos
junto a él.
Y tú, sin embargo,
hablas de nosotros,
como de algo
que estuviera todavía
por llegar.
Así de grande
ha de ser
tu deseo
de tenerme siempre
contigo.
Yo, como por descuido,
sigo viendo
el río en tus ojos,
amor mío,
y así hubiera querido
verlo todos los días
de mi vida.

Ahora hemos
llegado.
El viento
se desespera afuera,
amargamente.

Mis manos son,
entonces,
una voluntaria
acción de ternura
en tus cabellos.

Ya el Elba
quedó atrás.
Y ahora
estamos
bajo techo,
pero cuando te inclinas
sobre mí,
preguntando:
«¿Dime, qué te pasa?»,
mi rostro
se hunde sin respuesta
en el agua azul
que fluye de tus ojos
todavía.