EN UN ÁLBUM UNA DE CUYAS PÁGINAS SE REPRESENTABA A LA MAGDALENA EN ACTITUD DE CLAMAR AL CIELO
¡Piedad!… Virgen, arráncame y levanta
de entre estas rocas donde estoy hundida:
hieren sus filos mi desnuda planta,
no hay senda abierta y moriré en la huida.
Corrí sin tino tras lejana estrella
ansiosa de su luz brillante y pura
y osé trepar a esta eminente altura
para después precipitarme de ella.
Subí a la cumbre por camino blando
lleno de blancas perfumadas rosas
y ahora no encuentro de pavor temblando
más que pendientes altas y espantosas.
¡Piedad!… Virgen. Tu mano salvadora
las manos prenda que hacia ti levanto
y hasta los muros de tu pueblo santo
conduce el alma que tu auxilio implora.