He visto la luz,
su aullido blanco en la mañana,
la ternura de la noche revestida
de fatuos centelleos,
he visto
el mar con su rizada lengua
y la boscosa tarde a punto de enmudecer
en un invierno embravecido.
He visto un jardín
abriéndose
a un desierto-
el desierto era sólo
la soledad del hombre.
Y más.
He visto la obra limpia:
la llama y la belleza
-refulgían las dos como un único fuego.
Fuego verbal
para mi noche
escrita.