Espejeo de estío de Juan Ramón Jiménez

Sol único hecho agua, todo el mar
rumia y dormita como un solo monstruo de todos.
En un lejos total, entre el vapor ajeno
las costas son de ópalo.

Trae el viento completo olor a la otra
isla, visión mayor del trópico
con la mujer universal
bajo el caobal secreto del dios loro.

Sube la tarde, el cielo
bate un cobre amarillo suntuoso,
bandadas lentas van
por el jardín del pensamiento roto.

Pasa una claridad de hechos más áureos
el cercano infinito.
Sólo rojo de velas un total navío
nos cubre el imposible conseguido
viniendo a lo oriental más misterioso.